Si se trata de hablar de reputación, es fácil encontrar la base de la misma en la seriedad y el trabajo bien hecho, que genere confianza y no tan solo en momentos concretos o aislados, sino de forma constante, de tal modo que sea posible referirse a una trayectoria que conlleve continuidad en el tiempo.
Estrechamente relacionada se encuentra la exigencia del profesional, que extrae grandes lecciones de los pequeños fallos y que no renuncia a mejorar con autentica humildad en el día a día. Sobreponerse a algún fracaso y contar con el ánimo para superarse, debe de ser una de las cualidades de todo aquel que quiera dedicarse a una sacrificada actividad como es la restauración. La autocritica debe ser algo con lo que vivamos a diario, no cayendo en el conformismo.
Nos debe de guiar siempre, conseguir satisfacer las expectativas que nuestros clientes depositan en nosotros, haciéndoles participes de una serie de sensaciones cada vez que se sientan en la mesa y para ello, debemos trabajar denodadamente uniendo lo mejor de la comida clásica con la innovación en nuestros platos; debemos actuar con audacia, con resolución y por qué no, con osadía.
Volcarse en una actividad para la mayoría de nosotros vocacional debe pasar por el sacrificio, la constancia y no dejar nunca de lado el aprendizaje, sabiendo percibir si logramos complacer y deleitar a los comensales. Si lo conseguimos, será la mejor recompensa que obtengamos al final de cada uno de los servicios que prestamos a diario.
Realzaría como cualidad de todo buen hostelero la sensibilidad y receptividad que le haga percatarse de cuales son las exigencias que le demanda su clientela. Ello comporta la capacidad de adaptación necesaria, si bien no debe implicar renuncia alguna a lo que un restaurador con dilatada experiencia considere de esencia e irrenunciable.
No quiero concluir estas breves letras sin aludir a algo que considero clave: ese algo, es el valor de la palabra y la formalidad, que deben presidir las relaciones del que regenta su establecimiento tanto con proveedores, entidades financieras, así como con la propia comunidad de la que forme parte, puesto que pienso y estoy plenamente convencido de que el correcto proceder en todos los planos de la vida, siempre nos reportará recompensa. Así lo siento.