Cuando pienso en estos sectores de inmediato acuden a mí, sentimientos de respeto, admiración y solidaridad con los mismos; no dejo de pensar en el inmenso sacrificio de la actividad que despliegan los dos colectivos a los que ahora aludo. No en vano son auténticos héroes silenciosos que con su abnegada lucha diaria nos permiten satisfacer una necesidad, vital como es comer.
Con la pandemia, que ojalá en breve dejemos atrás, han padecido como nadie y si de resiliencia mucho se habla, a ellos sería a los primeros que habría que aplicar el calificativo de personas que sufren y se superan, reponiéndose y reinventándose, sin bajar los brazos ni rendirse, constituyendo todo un ejemplo para toda una sociedad.
Obviamente por dedicar mis días a la hostelería me siento próximo a ellos, puesto que son aquellos que en buena medida nos suministran el producto con el que esmeradamente trabajamos para desarrollar nuestra actividad y ganarnos decentemente la vida.
No quiero que se vea en este escrito ánimo alguno de sobreactuación si digo que sufro con ellos puesto que participamos en un mismo proceso de intentar ofrecer calidad a nuestros clientes, ellos con sus productos y nosotros con nuestros platos.
Quiero aprovechar para con toda humildad proponer cauces que nos sirvan para acercar posiciones, tratar de nuestras inquietudes y hablar juntos de un futuro próximo, abierto a nuevas vías realistas e innovadoras. Es, a fin de cuentas, un foro en el que pueda participar la Cofradía de pescadores, la Cámara agraria, las Asociaciones de hostelería, Asociaciones de vecinos y Sindicatos y demás colectivos que tenemos como un único interés, lograr la supervivencia y la mejora por bien de la colectividad.
Abogo por la unidad de actuación para afrontar los retos de un futuro incierto.
Todos podemos proponer y todos sumamos.